Habiendo concluido la batalla en la taberna, los soldados se reagruparon para ir tras el traidor que consiguió huir herido. El rastro de sangre los conducía al corazón del pueblo en donde se desarrollaba una batalla entre Bilche y Daimon.
Los tres guerreros no entendían muy bien que estaba sucediendo. Nan observo a ambos demonios y se percató que Bilche tenía el mismo cuchillo que había arrojado al espía, incrustado en su brazo.
Se notaba que Bilche estaba agotado, sus movimientos eran lentos y predecibles. Al contrario, su adversario se veía muy animado combatiendo contra su mejor amigo. Los dos arrojaron bolas de fuego que impactaron las unas con las otras, creando una ola de calor que estremeció el lugar. Cada guerrero rechazaba las bolas de fuego con más bolas de fuego que se movían como proyectiles a gran velocidad. Luego de detener el ataque, Bilche retiro el cuchillo que tenía incrustado en su brazo, los demonios se acercaron y blandieron sus espadas. Los dos se veían muy decididos, a acabar con la vida del otro.
Los guerreros reales estaban bajo las órdenes de Nan, quien les había dicho que no intervinieran en la batalla.
Bilche se notaba cada vez más agotado. De a poco comenzó a perder sus fuerzas, hasta llegar el punto en que termino por soltar su espada. Fue en ese instante en que Keyla hace su aparición en el campo de batalla.
La pequeña quería defender la vida de su tío, que se encontraba arrodillado y exhausto. Entonces en un acto heroico, la pequeña abrió sus brazos dando a entender que no dejaría pasar a Daimon.
La pequeña lloraba, aunque mantenía una mirada muy firme y decidida sobre Daimon.
Nan llamo a sus bestias y se acercó hacia la pequeña.
- Tranquila muchacha, tu tío estará bien.
- No permitiré que se lo lleven.
- Lo entiendo perfectamente, tu tío es un gran guerrero. Lucifer, Janna. Arresten a Daimon.
Los dos guerreros seguían sin entender lo que sucedía. ¿Quién era el traidor? ¿Daimon o Bilche?
- Daimon no puedes engañar a mis bestias. Tu aroma sigue intacto en el mango de este cuchillo. Y aunque intentes ocultar la herida de tu brazo mis bestias aún siguen reconociendo el olor de tu sangre.
- Y yo que pensaba que mi plan era perfecto - dijo Daimon.
Lucifer y Janna iniciaron un ataque contra el traidor, pero este consiguió esquivarlo con facilidad. Daimon tenía muy clara cuál era su posición. Estaba completamente en desventaja, cansado y sin energías. Por lo que se dirigió hasta Keyla, la agarro fuertemente del cuello y la tomo de rehén.
Keyla comenzó a llorar. El cruel Daimon puso su espada en el cuello de la muchacha.
¡Si dan un paso la mato! - dijo Daimon.
El demonio pensaba meticulosamente su próximo movimiento. Debía escapar lo antes posible del pueblo.
- Quiero que todos bajen sus armas en este preciso momento.
- No hará falta que bajen sus armas - Dijo Nan
- Te doy cinco segundos para que te entregues.
- ¿Quién te crees maldito?
- Cinco.
- ¿Acaso quieres...
- Cuatro.
- ...que la muchacha muera?
- Tres.
Daimon no sabía que hacer. Estaba poniéndose nervioso.
- Dos.
Bilche se puso de pie, fue hasta donde estaba Nan y le pidió que se detuviera.
- Uno.
Nan respondió "Tu tranquilo queya se han acabado los cinco segundos. Cero"
El guerrero camino hasta Daimon en silencio.
- ¡Detente en este instante maldito o juro que la matare!
- Asper ya puedes salir.
Daimon estaba completamente paralizado. No podía mover ni un músculo, pues Asper estuvo junto a él todo este tiempo. La sombra tenia aprisionado al traidor.
Keyla se soltó de los brazos de Daimon y fue corriendo hacia su tío. Lo peor ya había pasado.
La misión había concluido con éxito. Los guerreros consiguieron capturar al espía intermediario de los rebeldes, además eliminaron a un grupo de guerreros prófugos. Bilche se encontraba a salvo junto a su sobrina Keyla y el pueblo podría descansar con tranquilidad desde ahora en adelante.
A la mañana siguiente Keyla fue junto a su tío al cuartel del pueblo. Los guerreros pasarían una noche más en dicho lugar esperando a que las heridas de Bilche, el representante y protector del pueblo, sanaran.
Nan había pasado toda la noche interrogando a Daimon y estaba agotado por los que se fue a dormir y les dio el día libre a los muchachos.
Janna pudo disfrutar junto a Keyla. El último de sus días en Serberia caminaron por el pueblo, visitaron los alrededores y conversaron durante horas.
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