Los recuerdos de Yin corresponden al día en que estalló la guerra que
dividió el reino en dos. En ese entonces él vivía junto a su esposa
Natasha.
Yin se encontraba caminando por un sendero de
tierra que conducía a su casa, el camino estaba rodeado de vegetación,
las flores y arboles crecían sin dificultad en su provincia, era una
zona limpia y hermosa con tierras fértiles. La gran mayoría de los árboles que Yin había plantado daban frutos de excelente calidad,
incluso en ocasiones había tenido la suerte de ver mariposas aleteando.
Este era un fenómeno muy raro en el inframundo y que solo se daba bajo
ciertas condiciones especiales.
El demonio cargaba un
saco con un montón de leña que había conseguido talando un árbol viejo.
Yin sabía que quedaba muy poco para llegar a su hogar, pues desde su
posición podía ver el río Gomi fluir con calma, solo quedaba cruzar el
río para poder recostarse un rato en su hamaca. A la distancia también
se apreciaba una inmensa nube de humo negro que provenía de un lugar muy
lejano.
Al llegar a casa abrió la puerta de su bodega
y guardo la leña, posteriormente fue a su habitación, abrió con cuidado
la puerta y dio un vistazo al interior. Su esposa dormía profundamente.
Yin salió al patio, se acomodó en a hamaca y tomo una siesta.
Cuando
despertó fue a la cocina, se puso un delantal, encendió la leña de la
cocina y comenzó a cocinar. Más tarde fue a la habitación en donde
dormía su esposa y la despertó.
- He preparado la cena.
Natasha se sentó en la cama e intento ponerse de pie.
- No te agites, yo te ayudo.
- Querido. Yo puedo sola.
Ella
camino lentamente hasta llegar al comedor. Natasha se sentó en la silla
con dificultad y ambos disfrutaron de la cena en compañía.
Más
tarde y luego de que ambos descansaran en el sofá, junto a la chimenea,
se fueron a dormir. Esa misma noche, mientras Natasha dormía, Yin podía
ver a través de la ventana como a la distancia el cielo se iluminaba
constantemente. Sabía que algo no andaba bien.
Al otro
día la nube de humo negro había aumentado su tamaño, ocupando un volumen
considerable en el cielo. Además por alguna extraña razón aquel día
había amanecido extremadamente nublado.
Yin
salió temprano para continuar con la tala del árbol comenzó
ayer. Al cabo de un rato ya había recolectado la leña suficiente para
llenar el saco que tenía, lo cargo hasta llegar al río, en donde se
encontró con una desagradable sorpresa.
En las
tranquilas aguas del río Gomi flotaba el cuerpo de un soldado del
imperio. Yin soltó el saco y entro al río para rescatar el cuerpo.
Cuando llego orilla, Yin intento reanimar al soldado, pero ya era
demasiado tarde, el guerrero tenía una herida mortal en la zona del
estómago. Posiblemente había sido atravesado por una espada o algún otro
objeto punzante.
Yin dejo el cuerpo del demonio en la
orilla del río y regreso lo antes posible a casa. Cuando llego al hogar
su esposa estaba despierta en la cama, al ver a Yin le pregunto qué
había sucedido.
- ¿Por qué estas todo mojado?
- Es que mientras caminaba por la orilla del río me tropecé y me caí al agua.
- Tontito debes tener más cuidado, no ves que me preocupo por ti. Ahora cámbiate esa ropa o pescaras un resfrío.
- Eso haré.
En
lo profundo de su corazón Yin estaba devastado. Pensaba en que debía
hacer lo correcto, por lo que después de preparar el almuerzo y comer
junto a su esposa, le dijo que iría a dar un paseo, con la intención de
cavar un agujero y enterrar al soldado anónimo.
El
cielo seguía nublado y mientras Yin cavaba comenzaron a caer las
primeras gotas de lo que sería una lluvia toxica. Al terminar su tarea
Yin regreso corriendo a casa. Fue ahí cuando observo por última vez una
mariposa. Es imposible cuantificar el sentimiento de ver una mariposa en
el inframundo, las alas multicolor de este pequeño insecto son una
maravilla que solo unos pocos pueden apreciar. Pero la armonía del
aleteo de la mariposa parecía alterada. Lentamente fue perdiendo las
fuerzas necesarias para mantenerse en el aire, luchaba contra la lluvia
pero sus esfuerzos eran en vano. La mariposa no pudo mantener el vuelo y
cayó a un charco de lodo, en donde agonizo hasta la muerte.
El
tiempo pasaba lento, la lluvia cada vez se hacía más intensa, las
preocupaciones de Yin crecían y el estado de salud de su esposa
empeoraba. Los dos estaban reunidos en su habitación, preparándose para
dormir.
"Este fue un día muerto" - dijo Natasha
- Querida, en cuanto mejore el tiempo, te llevare de inmediato con el médico.
- Me siento cansada.
- Duerme y ya verás cómo mañana será un gran día.
A la mañana siguiente los dos despertaron al mismo tiempo, aun llovia. Alguien golpeaba la puerta de la casa con fuerza.
- ¿Quién será?
- Iré a investigar.
Al abrir la puerta Yin se encontró con dos guerreros reales.
- ¿Es usted el señor Yin Daeten?
- Sí, soy yo.
- Tenemos orden de desalojar esta propiedad y trasladarlos a Genea.
- ¿Pero qué sucede?
Los dos guerreros se miraron y guardaron silencio.
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