Amanecer hoy

Disfruta la luz del sol en tu piel sensible porque hoy mismo puedes dejar atrás tus recuerdos, deseos y anhelos en una fría sepultura hermoseada con una simple lapida anónima. Atina a caminar descalzo por los pastos del jardín de tu vecino antes del sombrío anochecer y del impensable amanecer, hazlo antes que nunca o nunca tendrás la dicha de los otros dementes del ayer.

30 de agosto de 2011

Génesis III: "El desierto maldito" (pt1)

                              Ver Génesis II                                Ver Génesis IV



Tras cada paso que daba Lucifer en el inframundo su esperanza perdía color, sus anhelos se descomponían, su vida acababa. Avanzaba en soledad por un extenso desierto que debilitaba gradualmente a todo aquel ser que osara pisar aquellos dominios.

Tras cada paso que daba el pecador, parte de su energía era drenada. Ese era el castigo de emprender rumbo a través de tierras malditas, eliminando de esa forma a los profanadores iracundos.

El culpable caminaba sin rumbo, sin destino, muy confundido por las ilusiones que eran fruto del cansancio. Trató a duras penas utilizar sus firmes alas pero estas no respondían a causa del daño recibido durante su encuentro con Gabriel. Aquellas arenas rojizas con aspecto hipnótico no eran mas que un burdo juego creado para martirizar a los peregrinos perdidos. Bastaron unos cuantos pasos más para que Lucifer desfalleciera y perdiera el vigor de su cuerpo.

El calor emitido por la arena era insoportable, dicho lugar no toleraba fuerza rival, es más, poseía una presión tan abominable y rebelde que era capaz de domar hasta la bestia más feroz. Lucifer aún no experimentaba el autentico poder del sitio al que había llegado a parar. La verdadera amenaza radicaba en que, una vez agotadas las energías de los ingenuos trotamundos, grandes cúmulos de arena daban inicio a devorar al prisionero de sus ilusiones, con tal brutalidad que la masa de cada grano de arena equivalía a 10 veces más masa que un grano de arena común y corriente.


A ojos cerrados, exhausto y a la intemperie se hallaba el noble caballero. Ya casi sin alma y sin desasosiego, logró conectarse con su Thanatos. Olas y olas de energía irradiaba el cuerpo del señor oscuro, pero que desgraciadamente no conseguía domar en su totalidad debido a la arena que se adherían a sus pies con un efecto semejante al de las magnetitas. La arena roja devoraba la energía de Lucifer, al igual que una sanguijuela. Las vibraciones del medio tornaban a un color púrpura con negro exaltando el aura maligno de las bestias impuras. El demonio había logrado conectarse con su Thanatos, esta habilidad que solo los demonios pueden utilizar le otorgó una fuerza sobrenatural. Tras una constante lucha consiguió ponerse de pie para seguir su difuso camino hacia tierras desconocidas, olvidando a ratos que pronto acabaría su aguante en tal laberinto sin salida.

24 de agosto de 2011

El hombre


Fuego y más fuego, eso es lo que quiere sentir el espíritu libre. Si esa es la naturaleza del ser, qué se le puede hacer. Millares de hombres componen la horda hacia la libertad y ven con esperanza un futuro prometedor, lleno de incertidumbres que lograran sortear todos juntos porque la vida no es fácil, no se tranza y mucho menos se malgasta. Que viva la magia que no lograron extinguir los poderosos, que viva la comunidad y el progreso humano por siempre.                                                                                    

14 de agosto de 2011

Génesis II: "La llegada al inframundo"




Ver Génesis I                                    Ver Génesis III


Dramática escena del tormento de un príncipe.

La desolación es exaltada, producto de la angustia existente en los infiernos, ¿qué es la locura sin una idea distorsionada de la realidad? se preguntaba a sí mismo Lucifer. Desde ahora en adelante el fulgor insaciable de la soledad quemaría cada recuerdo, hasta convertirlo en una bestia, en un animal tan despiadado capaz de extinguir la luz. Desde este día, seria también capaz de saturar con su odio los estribos del amor y de ocasionar los desmanes más estrepitosos que nunca jamás se halla imaginado la humanidad. Ese es el destino de los demonios, destruir y destruirse.



Aquel ángel desdichado que dejo atrás toda esperanza de ser amado, hoy se encuentra en su propia prisión compartiendo con otros seres impíos cada gota de dolor y sufrimiento que logra filtrarse hacia el inframundo, donde es incapaz de librarse de las malvadas y escalofriantes tinieblas que lo gobiernan. Desde hoy en adelante el inframundo seria su nuevo hogar.

Antes de llegar al inframundo Gabriel le había propinado una paliza, en legitima defensa, al ángel oscuro, consiguiendo que la ira de este creciera aún más.  

Lucifer estaba herido y exhausto. Había perdido una batalla contra su hermano, las esperanzas de ser amado y su dignidad. Su rostro aún estaba ensangrentado, tenía moretones en sus piernas y espalda. La vida que le esperaba no sería para nada fácil.