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El último suspiro le basto para ceder al paso inoportuno de las arenas. Su inanimada posición frente al vacío derrochador embestía con brutalidad su frágil cuerpo al ritmo de la muerte. Los cinco sentidos de Lucifer ya casi no tenían efecto sobre su cuerpo y la llama del Thanatos ya había cedido ante la locura inducida por este juego. Las probabilidades de supervivencia llegaban a niveles críticos, puesto que los cúmulos de arena daban inicio a devorarlo en el más horrendo de los espectáculos.
El último suspiro le basto para ceder al paso inoportuno de las arenas. Su inanimada posición frente al vacío derrochador embestía con brutalidad su frágil cuerpo al ritmo de la muerte. Los cinco sentidos de Lucifer ya casi no tenían efecto sobre su cuerpo y la llama del Thanatos ya había cedido ante la locura inducida por este juego. Las probabilidades de supervivencia llegaban a niveles críticos, puesto que los cúmulos de arena daban inicio a devorarlo en el más horrendo de los espectáculos.
¿Cómo es posible sellar el misterio del destino con una última mirada? ¿Acaso no es necesario dejar atrás recuerdos y memorias de grandes hazañas para ser recordado? Solamente piensen en mi nombre, Lucifer.
Esta sensación, un cosquilleo en mis piernas y en mi espalda, parece como si me estuviesen cocinando caníbales, en una selva del medio oriente un día de verano. No debería entrar en desesperación porque soy mucho mejor que los de arriba, tengo mis propias ambiciones, soy libre en este infierno, nada ni nadie es dueño del poder absoluto, yo... yo soy inmortal y nadie puede igualar mi sed de venganza, es eso lo que me ha convertido en lo que soy. Un demonio.
Pero qué ocurre ahora. Mis piernas, mis pies. Creo que he perdido el contacto con parte de mis extremidades. Mis recuerdos de Grecia junto a Gabriel son en realidad un recuerdo o quizás fueron solo sueños. Nuestro maestro. Mis maestros. Me han usado y debo vengarme, todo es culpa de Kira quien me manipuló. No puedo caer en esta trampa. Debo escapar.
Qué haré. Ya me queda muy poco. Ya casi no siento mi cuerpo. La "serpiente del desierto" avanza lento pero firme y segura de su victoria. La arena ya casi me cubre el rostro.
El príncipe del mal miro por última vez hacia el horizonte, cerró sus ojos y guardo la calma dejando de oponer resistencia alguna. Él había perdido.
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Una última mirada hipnotizado, la aflicción. |
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