Al despertar Lucifer abrió suavemente sus ojos. Creyó haber visto un haz de luz resplandeciente que iba y venia hacia sus pupilas, aunque también sentía que su ceguera era producto del cansancio de dicho instante. Permanecía en un éxtasis, volando muy lejos de los horrores del inframundo y era lamentable no poder ver más que luz.
Toda esa maravilla fosforescente se desvaneció para poner en tierra firme al demonio esquizofrénico, quien solo pudo observar el mismo cuarto inmundo en el cual se encontraba retenido. No tardo en pensar su plan de escape, pues tras meditar unos minutos logro darse cuenta que no había nadie, no había presencia alguna de vida en los alrededores de donde fuera que estuviese. Tenia claro que la casa de Kain estaba deshabitada por lo cual debía actuar rápido, solo que olvidaba un pequeño detalle. Para él todos los rincones de la habitación eran desconocidos y nuevos, no sabía si tras la puerta que lo separaba de la libertad encontraría respuestas. ¿Qué es lo que quiero en esta vida? ¿Qué haré una vez sea libre?. No aguantare mucho si no escapo de una vez por todas.
El príncipe caminó hacia la puerta, mientras más se acercaba, en la pared podía distinguirse una sombra que le seguía los pasos. Lucifer se sorprendió mucho y se detuvo a centímetros de la puerta. La misteriosa sombra que lo perseguía también se detuvo, quedando frente a frente con Lucifer.
"Kain me ordeno que no te dejase huir".
El príncipe no pronuncio palabra alguna y prefirió mentalizarse antes de actuar como un estúpido.
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