
La noche se aproximaba lenta por lo que decidió apurar el paso para sacarle un poco de ventaja a sus captores. Estaba consciente de que tarde o temprano llegaría Asper, pues él era el responsable de mantener a salvo a Lucifer. Después de caminar un par de horas, se dispuso a tomar un descanso. Se sentó en la tierra húmeda cuya fragancia lo refrescó.
Justo cuando pensaba que ya no escaparía más de los problemas un sonido lo alertó. Provenía de unos arbustos cercanos. Fijó su mirada nuevamente hacia el interior de la jungla y comenzó a correr mientras una ráfaga de huesos le seguía los talones.
Al intentar escapar tan apresurado se vio forzado en realizar esfuerzos mayores por lo cual tropezó frente a un gran árbol. En tanto, un hueso con forma de flecha impacto en el árbol a gran velocidad quedando clavada. Lucifer dio media vuelta y dos sujetos se aproximaron.
- ¿Quiénes son ustedes? ¿qué quieren de mí?
- Que acaso no ves, somos reclutas de la resistencia -dijo el desconocido-. Nos pareció extraño ver a un joven como tu en estos lugares. ¿De quién escapabas?
- El espía debe morir.
Ambos sujetos vestían atuendos confeccionados con huesos, el más alto y grueso poseía una especie de ballesta en su mano derecha de la cual arrojaba las flechas de hueso mientras que el de estatura media tenía un tekagi en ambas manos. Ese era un equipo letal, dos grandes guerreros contra un indefenso Lucifer.
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La mirada del desconocido de los tekagi. |
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