La naturaleza nos ha enseñado en más de una ocasión su poder devastador capaz de aniquilar a un condado, aldea, pueblo, comunidad o incluso a una región del país. De la naturaleza también hemos aprendido los principios básicos de la ingeniería pues las leyes que rigen a la naturaleza son las mismas que nos rigen a nosotros.
Una mañana Alejandro despertó con las intenciones de salir a trotar al parque que estaba frente a su casa. Se levanto, se puso sus pantuflas y camino hacia el baño donde se lavo los dientes y posteriormente se ducho. Al salir comenzó a darle frío es por eso que se seco rápidamente y se puso su buzo para hacer deportes. Fue a tomar desayuno con calma, se sirvió una taza de café con leche y comió dos tostadas con mermelada. Mientras buscaba las llaves de su departamento abrió las cortinas del living y para su sorpresa el día estaba horrible. Vio una inmensa nube que cubría todo Santiago.
Pronto caería una lluvia sobre la cuidad de las penurias por lo que tuvo que decidir entre salir o quedarse en casa. A ojos cerrados tomo la decisión de salir de todos modos, aunque la lluvia se tornara feroz debía cumplir con el tiempo presupuestado para despejarse de la rutina, esta seria una ocasión muy distinta que no desperdiciaría. Al bajar las escaleras del departamento se tropezó con un viejo amigo llamado Hector Cifuentes, se sentaron en las bancas de la recepción y conversaron alegremente.
"Hector que gusto verte" -comento Alejandro.
"El gusto es mio compadre, te ves agitado. ¿Hacía donde ibas?".
"Me dirijo al parque dos calles más abajo para estirar las piernas".
"Mira que bien ¿Puedo acompañarte?".
"Pero por supuesto, no hay problema".
"Solo dame un segundo para guardar a mi gatito, no deben verlo pues no puedo tener mascotas.
"Es por eso que llevas esa caja".
"Si" - contesto con una sonrisa. "Vuelvo enseguida"
Alejandro espero pacientemente la llegada de Hector mientras pensaba en lo que haría durante el día, principalmente en la hora del almuerzo, babeaba como perro imaginando los sabores de unas ricas papas fritas con mayonesa o quizás un plato más tradicional como unas humitas o un pastel de choclo. ¡Que delicia! -comento a solas-.
Luego de que Hector regresara al punto de encuentro trotaron por las pálidas calles de la capital hasta llegar al parque en donde continuaron con la rutina personal de Alejandro.
No mencionaron palabra alguna mientras realizaban los ejercicios presupuestados con anterioridad, Alejandro parecía muy distraído con su reproductor de música al máximo volumen pero eso no le preocupaba pues conocía los pasos de su rutina por completo y constantemente estaba chequeando los tiempos empleados en cada ejercicio.
Tras media hora de arduo trabajo ambos estaban exhaustos, con solo ver el color rojizo de sus rostros, el sudor en sus frentes y lo agitado que estaban podríamos pensar que tenían un físico bastante pobre y mal cuidado.
"Alejandro yo ya no doy más. Iré al negocio de la esquina a comprar algo para beber mientras elongas un poco. Espérame aquí mismo porfavor.
"Esta bien" -respondió Alejandro-
El entrenamiento había concluido. Tras acabar con la elongación, Alejandro se puso sus audífonos y comenzó a caminar hacia la tienda donde había entrado Hector, quien justo en ese instante salia de la tienda con bebidas energéticas para ambos. Todo iba bien hasta que Alejandro cruzo la calle sin antes mirar a ambos lados. Un camión se aproximaba a toda velocidad en dirección a Alejandro quien no podía escuchar nada producto del ruido de su música. Fue así como Hector desesperado comenzó a gritar y a hacerle señales a su amigo para que se detuviera. Por fortuna este alcanzo a ver las señales de advertencia de su compañero y de un brinco se lanzo hacia atrás cayendo de espaldas contra el piso. Tenia el corazón exaltado, y por lo mismo se puso de pie desorientado sin encontrar a su amigo. Al encontrarse solo en la calle tomo el camino de vuelta a casa mientras las primeras gotas de lluvia caían sobre Santiago.
Camino asustado hasta llegar a la recepción del departamento empapado producto de la lluvia torrencial. Se sentó en un sofá con la intención de calmarse y meditar sobre lo ocurrido minutos atrás pero al no encontrar explicación alguna a los sucedido decidió ir a ducharse y tomar una siesta antes del medio día.
Al despertar determino minuciosamente que el plato de hoy debía ser algo más suave para su estomago, en resumen opto por un plato de ensaladas y atún, además invitaría a Hector para compartir un rato agradable. Tomo sus llaves, cogió la billetera, se arreglo un poco y subió al cuarto piso en busca de su amigo, pero para su sorpresa al llegar al cuarto de Hector se encontró con una masa de personas obstruyendo el pasillo. Qué estará pasando se cuestionaba a si mismo Alejandro. Fue a echar un vistazo y lo que las vecinas y vecinos comentaban era la muerte del sujeto que vivía ahí. La piel de Alejandro se erizo por completo, no podía creer que su amigo había fallecido. Como pudo se adentro entre las personas hasta llegar al sitio donde se encontraba el oficial a cargo.
"¿Qué ha ocurrido oficial?" - preguntó alterado
"Solo estoy autorizado a hablar con familiares o personas que conozcan a Hector Cifuentes para recabar información relevante . ¿Por casualidad lo conocías?
Pues claro que sí. Esta mañana estuve con él en el parque. Me acompaño a trotar y desapare...
Aguarda un segundo. ¿Dices que lo viste esta mañana? .Eso es imposible, el muchacho lleva días en este lugar. Por su estado de putrefacción diría que casi cinco días desde la fecha de su muerte. Los vecinos comenzaron a notar un mal olor que provenía de este departamento.
Alejandro sintió un leve escalofrió por su cuello, sus ojos se llenaban de lagrimas y la confusión de la muerte lo rodeaba y se burlaba de el a carcajadas. El sudor de su cuello estaba helado, se lanzo al piso y ahí se quedo. Pudo ver los procedimientos policiales y forenses que ocurrían fuera del departamento de su amigo, vio como bajaron el cuerpo de este y acabado los exámenes preliminares se determino que la causa de la muerte había sido por asfixia. Se encontraron restos de pelos de algún animal, posiblemente un perro o un gato en la pieza del sujeto identificado como Hector Cifuentes.
Al transcurrir una semana de la muerte del señor Cifuentes, Alejandro sintió que alguien llamaba afuera. Unos golpes a la puerta lo alarmaron. Al abrir noto que no se encontraba nadie, el pasillo hacia las escaleras estaba completamente vació, solo encontró una caja de cartón junto a su puerta en la cual había un gatito con una nota que decía:
Querido Alejandro espero cuides de este pequeño gatito es a él a quien le debes la vida. Fue quien me advirtió que estabas en problemas, tienes suerte de tener un pequeño guardián.
Atentamente Tu Amigo Hector
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