Ya amanecía en el terrible inframundo. Drake caminaba junto a Lucifer
quien mantenía la vista hacia el horizonte, observando como se aproximaban
a la maravillosa cuidad de Grantaria. Aquella cuidad con una arquitectura muy
particular, magnifica e imponente que se resumía en un lugar muy
poblado y prospero, lleno de comercios y bares. De verás parecía un
lugar muy agradable. Aquí y al igual que en todo el reino la seguridad era lo
primordial, es por eso que al llegar a las puertas de la cuidad uno de los tres
grandes guardias que permanecían en la entrada de la cuidad detuvo el
paso de los guerreros. Al ver esto, los otros dos feroces porteros
regañaron al joven entrometido.
Armados con grandes hachas los monstruos
se veían muy aterradores, median tres veces lo que medía una persona común, estos apartaron al guardia que
no había notado que Lucifer y Drake eran demonios de la guardia real
y uno de ellos dijo: "Bienvenidos a Grantaria nobles guerreros". Al
entrar a la cuidad todavía se oía como regañaban al torpe
soldado.
Poco a poco los guerreros se adentraban en
la cuidad, Drake tenia un par de asuntos pendientes en el cuartel general,
correspondientes a la erradicación de las mafias en la cuidad. Mientras pasaban
por el costado de un riachuelo el maestro Drake se detuvo, dio media vuelta y
observó hacia atrás, para luego señalar a su alumno que por sobre todas las
cosas debía saber cuidar su espalda. Luego de eso continuaron caminando hasta
llegar a su destino.
Lucifer tuvo que esperar pacientemente hasta
que su maestro saliese de la reunión programada así que aprovecho de observar
su entorno y meditar respecto a las impresiones que iban quedando en su ser.
Este infierno, esta cuidad, estas
personas. Todos viven con miedo, eso es lo que los hace fuertes. Acá solo viven
o creen vivir con la ilusión de la paz que solo será factible si aplastan a su
enemigo. Es cosa de ver como en las calles los ciudadanos sonríen y comparten
con su prójimo, pero en realidad el odio reina en sus corazones.
En tanto el demonio se perdía en sus
pensamientos venían a su mente imágenes de caos y tinieblas. Sentía la
oscuridad recorriendo su cuerpo, tinieblas consumiendo su alma.
“Joven lucifer ya es hora de marcharnos”
–Escuchó lucifer-
El demonio, luego de hacer volar su imaginación y perderse en sus pensamientos, había recuperado la conciencia para ponerse a caminar hacia el lugar donde entrenaría junto a su maestro,
Drake.
Alumno y maestro se dirigieron a entrenar a las afueras de la cuidad. Drake buscó un sitio adecuado para no causar tanto escándalo, puesto que aunque se hallasen en una zona resguardada por la seguridad del reino, en cualquier momento podría generarse un conflicto entre el reino y los rebeldes.
Al atardecer ya se hallaban en una llanura muy pacifica en donde no habrían problemas mayores para el entrenamiento. Drake comenzó con una explicación del Reiki, el primer arte necesario para dominar el Qì.
"Debes saber que el poder de cada individuo se interpreta como la capacidad de canalizar la energía que recorre nuestro cuerpo, muchos creen que con tener una buena armadura o un físico extraordinario lograran detener esta guerra, pero ellos están equivocados, pues las verdaderas batallas ocurren cuando hay un choque de energías. Cada ser ha sido dotado con esta energía mística a la cual llamamos Qì. Si bien todos nosotros poseemos ese don, no todos logran dominar esa energía, es por eso que antes de cualquier cosa debo enseñare a dominar el Reiki."
Lucifer parecía fascinado escuchando al señor Drake. En su mente pensaba que clase de técnica fabulosa le enseñaría su maestro. Moría de nervios por dentro.
"El Reiki corresponde a una serie de técnicas muy útiles que tienen la capacidad de despertar y activar dicho poder, para de esa forma utilizarlo a tu beneficio en el campo de batalla. Creo que Sombra ya te había explicado algo al respecto, ¿estás listo?."
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