Jaimito observaba con mucha
atención a un vagabundo que estaba sentado a la salida del metro pidiendo
limosna. Veía como la gente corría de un lugar a otro. Algunos pasaban y veían
de reojo a este hombre tendido en el piso para luego seguir con su camino,
otros lo divisaban a lo lejos y al pasar por un costado lo rodeaban para
hacerle el quite, pero en cambio de vez en cuando alguien extendía su mano y
depositaba una moneda en el viejo tarro que el vagabundo agitaba casi sin
energías. Yo me pregunto ¿Qué se puede hacer ante este tipo de situaciones? ¿Es
un problema el que este vagabundo pida limosna para sobrevivir? ¿Será nuestro
problema? ¿Será su problema? ¿No sientes culpa de ver como la humanidad se
desmorona? ¿Encontraremos alguna vez el camino correcto para prosperar? ¿No te
gustaría vivir en un mundo más feliz? ¿Será ese vagabundo feliz? ¿Habrá soñado
con un mundo más justo? ¿Qué haces tú frente al espejo que no te deja ver más
allá de tu propio rostro? La luz del día iluminaba al anciano que estaba
sediento y a nadie le importó.
Esta noche un hombre asesino a su
mujer, durante el día violaron a una muchacha en un callejón, por la tarde
desconocidos asaltaron a una pareja en el parque, el día se llenó de odio y
todos seguían su propio camino sin importarles el gran sendero.
Jaimito se asustó al ver como una
anciana tropezó en el último escalón de las escaleras del metro, su mente
dormida le hizo dudar. ¿Ayudo o no ayudo a la pobre anciana? ¡Dios santo!
Podría ser mi abuelita. El joven corrió a gran velocidad hasta alcanzar a la
anciana quien no presento mayor dificultad para caminar y seguir su camino.
Menos mal que no fue un accidente
grave. Al rato después un sujeto pasó bruscamente junto a otro que caminaba en la
dirección contraria y chocaron levemente sus hombros. Ambos se miraron y
sonrieron pidiéndose disculpas mutuamente. ¿Has imaginado que ocurriría si
pasaras a llevarte a ti mismo? ¿Qué reacción tendrías? ¿Esperarías que fuesen
reacciones idénticas? ¿Sonreirías o te enfadarías?
Jaimito se cuestiono por mucho
tiempo qué es lo que le permite dar un paso adelante. Y poco a poco fue
descubriendo la capacidad del ser humano para destruir y causarle daño a quienes
se le antojase pero también aprendió que el hombre también puede llevar a cabo
acciones buenas. A veces sentía rabia y prefería no hablarle a nadie pues
comprendía a la perfección su capacidad de destrucción. Tenía claro que sus
límites no tenían límites. Todos los días veía que el cielo cada vez era más
gris y eso no le agradaba. Su ser estaba constituido de dos tipos de masas, una
blanca y una negra, esos elementos era un patrón que permanecía constante en
todas las personas que alguna vez había conocido, no existía persona en su
mundo que no tuviese esa marca distintiva. Es por eso que los años de sabiduría
lo llevaron a recorrer los rincones más oscuros de su corazón hasta casi
llevarlo a la locura, luego de conocer el odio más profundo hacia un ser
viviente se dedico a complementarse a si mismo y comenzó a descubrir el amor.
Luego de experimentar con el bien
y el mal Jaimito podía ver todo mucho más claro. Todos podemos elegir ser
buenos o malos, amar o matar. Las fronteras de su mente se ampliaron hasta
impulsarlo a crear iniciativas para mejorar y ampliar el gran sendero. Lo que
hiciera o no hiciera, lo pensase o no pensase, lo que consideraba o prefería
omitir lo condenaría. Como actuase frente al mundo podía cambiar el destino de
la vida de muchos. Solo mirar sus manos le causaba tanto miedo ya que tenía
tanto poder en sus manos y era cosa de saber utilizarlo para convertirse en un
ángel o en un demonio.
Una revelación inesperada
brotando de las llamas de la sabiduría lo envolvió y lo trajo a tierra. Desde
el interior de Jaimito nació el deseo de caminar hacia atrás con calma, para de
esa manera entender que existe un único punto de partida para todos. El gran
desafío es encontrar aquel punto que luego de tantas vueltas puede estar en
cualquier lugar.
Todos podemos elegir ser buenos o malos.
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