El maestro Nan y los soldados se aproximaban a la prospera ciudad de Grantaria, recorrieron los mismos senderos que Lucifer había recorrido hace un par de semanas, cuando conoció por primera vez aquella ciudad. El día estaba nublado, como de costumbre la entrada era custodiada por los tres chacales. Estos saludaron cordialmente a los demonios y posteriormente volvieron a sus puestos. Los días habían pasado rápido para Lucifer, cada noche pensaba en su futuro, ya que de su pasado no recordaba nada. A veces sentía que algo le faltaba, sentía la soledad y la tristeza de los demás, miraba al cielo y veía como este se le venia encima. El príncipe sabía que estaba destinado al sufrimiento, sabía que había perdido algo muy importante, pero no sabía qué.
Janna no le quitaba la mirada de encima al demonio. Lo miraba y sonreía. Esto incomodaba a mucho a Lucifer y eso le daba mucha satisfacción a la guerrera que se sonrojaba.
Bueno muchachos antes de explicarles la misión primero me gustaría invitarlos a comer - dijo Nan.
Nan llevo a los alumnos a comer a un restaurante que estaba en el centro de la ciudad, se dio muchas vueltas antes de llegar lo cual causo mucha molestia a los soldados que pensaban que Nan les estaba jugando una broma.
Nan sonrió y les dijo "Hemos llegado, este es mi restaurante favorito. En este lugar preparan la carne asada más sabrosa del reino entero".
En el interior del local una camarera se acerco a tomar el pedido. Muy amablemente Nan llama a la muchacha por su nombre.
"¡Maestro Nan!, tanto tiempo sin verlo" - dijo sorprendida la muchacha.
- Romina hoy he venido con invitados. Muchachos pueden pedir lo que deseen, todos los gastos corren por mi cuenta.
Nan es muy amable con todos, es un caballero respetado que contagia de alegría a todos sus cercanos, siempre esta pensando en los demás y en cómo hacer que las situaciones sean más amenas.
Mientras comían el maestro se puso de pie para decirle a sus alumnos que regresaría pronto, que la cuenta ya estaba pagada y que si tardaba más de una hora que se dirigieran al cuartel general de Grantaria en donde los esperaría. Los soldados continuaron compartiendo en el local de comida. La camarera se despidió de Nan, esperó a que se fuera y al pasar junto a los guerreros suspiro y dijo: "Es la mejor persona que he conocido".
La hora pasaba y Nan no regresaba. Los muchachos ya habían terminado de comer y de reposar así que tomaron la decisión de ir al cuartel general por sus propios medios. Abandonaron el recinto y procedieron a caminar por las calles de Grantaria. Para ellos todo era desconocido. Asper quien tenia más experiencia guió a sus compañeros, estaba muy seguro de lo que hacia, sin embargo, luego de pasar más de cuatro veces por el mismo lugar, comprendió que estaban perdidos. Janna quien era más astuta, se acerco a una anciana que pasaba al lado de ellos para preguntarle donde quedaba el cuartel general.
- Queda a unos cuarenta minutos de aquí, deben tomar la calle principal que esta al final de esta calle.
"Muchas gracias" - respondió Janna.
"Marchando" - dijo Lucifer.
Luego de caminar y recorrer casi toda la ciudad los muchachos dieron con el cuartel general, en su interior estaba Nan recostado en un sofá.
"Creo que te olvidaste de nosotros Nan" - dijo Janna enfurecida.
Nan despertó de golpe. "Lo siento muchachos, es que como se me hizo tarde, preferí esperarlos y así aprovechar de descansar un poco".
Al salir del cuartel general Asper le recordó al maestro que aun no les comentaba cuál era la misión.
- Es verdad, aun no les digo cual es su misión en Grantaria. La misión es atrapar al sujeto que esta en la esquina.
Los muchachos voltearon y vieron como un sujeto enmascarado salio corriendo.
- ¿Qué esperan? Muévanse. Y recuerden que lo quiero con vida.
Los soldados corrieron tras el sujeto enmascarado quien era muy veloz, trabajando en equipo lograron encerrarlo en un par de ocasiones, pero el maldito lograba escapar, sin embargo estos consiguieron encerrarlo nuevamente y una vez que lo acorralaron este invoco a un grupo de pequeñas bestias con aspecto de perro y rata que provocaron un caos en la ciudad. Las bestias que no tenían piel en su rostro comenzaron a atacar a los civiles que se encontraban en las calles, las ratas era muy veloces y sus cráneos eran horribles, tenían grandes dientes que podían desgarrar cualquier extremidad del cuerpo a un demonio. El enmascarado aprovecho el pánico para continuar con su huida.
Janna utilizaba su bastón para golpear a las bestias, ella era extremadamente lenta y sus golpes no eran muy efectivos ya que su precisión era pésima. Asper se dividió para proteger a los civiles. La intención de Lucifer era atrapar al objetivo pero al ver como Janna no podía con las bestias tuvo que devolverse para rescatarla. Con las dagas de fuego logró cortar por la mitad a la rata que atacaba a su camarada.
Lucifer estaba enojado, ya que su presa había escapado. Janna lamentaba mucho lo ocurrido, se sentía como un estorbo, pero de todas formas le alegraba saber que Lucifer había acudido a su rescate.
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